El cardenal Baltazar Porras, uno de los eclesiásticos más críticos del régimen venezolano, fue detenido brevemente por la policía y se le anuló el pasaporte después de que intentara embarcar un vuelo el 10 de diciembre.
Fuentes cercanas al cardenal informaron a The Pillar que Porras, arzobispo emérito de Caracas, acudió el miércoles al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, cerca de Caracas, para tomar un vuelo a Madrid. Se esperaba que participara en una ceremonia en la que sería nombrado Protector de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén.
Las presiones y amenazas contra Porras han aumentado desde octubre, cuando calificó la situación en Venezuela de «moralmente inaceptable» durante una conferencia en Roma previa a la canonización de los dos primeros santos venezolanos. En los últimos meses habían circulado rumores en las redes sociales sobre su posible detención, y a finales de octubre las autoridades venezolanas le impidieron abordar un vuelo dentro del país.
«Hoy temprano, las autoridades lo detuvieron en el aeropuerto durante dos horas, lo maltrataron, e incluso trajeron perros detectores de drogas para revisarlo», dijo una fuente cercana a Porras a The Pillar.
«Le anularon su pasaporte venezolano y no le permitieron abordar el vuelo a pesar de que también tiene un pasaporte Vaticano. Las autoridades dicen que hay que salir del país con pasaporte venezolano si se es ciudadano venezolano con una segunda nacionalidad, pero su pasaporte fue anulado en el lugar, por lo que no pudo salir», añadió la fuente.
Al cardenal le quitaron el teléfono durante las dos horas que duró su detención y no le permitieron alertar a nadie de la situación, según las fuentes. Las autoridades venezolanas notificaron verbalmente a Porras que se le prohibía formalmente salir del país hasta nuevo aviso.
En una declaración enviada a los obispos venezolanos y obtenida por The Pillar, Porras dijo que un funcionario venezolano le informó en el aeropuerto que figuraba como «fallecido» en el sistema del aropuerto, y luego le dijeron que había «problemas» con su pasaporte.
Después de esperar más de una hora, un militar informó a Porras que no se le permitía viajar y se negó a devolverle su pasaporte.
Porras dijo que se vio obligado a firmar un documento en el que se indicaba que no se le permitía viajar por «incumplimiento de las normas de viaje» y que fue amenazado con ser arrestado después de pedir tomar una foto del documento.
Después de estar detenido durante más de dos horas, las autoridades venezolanas dejaron a Porras, de 81 años, en la zona de recogida de equipajes del aeropuerto.
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Las tensiones entre la Iglesia y el Gobierno han aumentado desde la canonización de los dos primeros santos venezolanos, San José Gregorio Hernández y Santa Carmen Rendiles, el pasado 19 de octubre.
Unos días antes de la canonización, los obispos venezolanos publicaron una carta pastoral en la que pedían la liberación de los más de 800 presos políticos del país.
Y en un evento celebrado el 17 de octubre en Roma para conmemorar las canonizaciones, el cardenal Porras dijo que la situación en Venezuela era «moralmente inaceptable…la merma del ejercicio de la libertad ciudadana, el crecimiento de la pobreza, la militarización como forma de gobierno que incita la violencia y la introduce como parte de la vida cotidiana, la corrupción y la falta de autonomía de los poderes públicos y el irrespeto de la voluntad popular».
Las tensiones continuaron durante todo el fin de semana de la canonización, y el Gobierno venezolano hizo un claro intento de ganar puntos políticos alegando el apoyo del Vaticano e incluso del Papa.
Cuando ese plan no produjo los resultados deseados, el Gobierno adoptó un enfoque más hostil hacia la Iglesia.
El presidente venezolano Nicolás Maduro acusó a Porras en una alocución el 21 de octubre, de «conspirar» para frustrar la canonización de Hernández. Maduro afirmó que el papa Francisco no sabía quién era Hernández hasta que él le presentó la historia del santo venezolano.
Una misa de acción de gracias por las canonizaciones en Caracas, prevista para una semana después de las canonizaciones y que se esperaba que reuniera a más de 50 000 participantes, fue cancelada unos días antes de su celebración.
Un comunicado oficial de la Arquidiócesis de Caracas afirmó que la cancelación se debía a la falta de espacio y a razones de seguridad. Sin embargo, fuentes cercanas a la situación dijeron a The Pillar en octubre que la misa se canceló porque el régimen venezolano planeaba enviar a miles de simpatizantes del gobierno para convertir la misa en un mitin a favor del presidente Nicolás Maduro.
El 26 de octubre, Porras denunció en redes sociales que se le había prohibido viajar a Isnotú, la ciudad natal de San José Gregorio Hernández, donde tenía previsto celebrar una misa con motivo de la festividad del nuevo santo.
Porras afirmó que las autoridades venezolanas le impidieron embarcar en su vuelo de Caracas a la ciudad de Valera, cerca de Isnotú. Cuando embarcó en un vuelo privado, dijo, el piloto se vio obligado a aterrizar en otra ciudad porque las autoridades dijeron que el aeropuerto de Valera estaba cerrado debido a las malas condiciones meteorológicas.
Porras dijo que decidió continuar la última etapa del viaje por tierra, pero que miembros de las fuerzas armadas se lo impidieron, obligándolo a regresar a Caracas.
El Vaticano fue inusualmente crítico en sus comentarios sobre el régimen en los días posteriores a la canonización.
En una misa de acción de gracias celebrada el 20 de octubre por la canonización de los dos primeros santos venezolanos, el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin, ofreció una de las críticas más directas al régimen venezolano por parte de un funcionario del Vaticano en los últimos tiempos, con la delegación oficial del Gobierno sentada en primera fila.
Parolin pidió al Gobierno que «escuchara las palabras del Señor, que le llama a abrir las prisiones injustas, a romper las cadenas de la opresión, a liberar a los oprimidos, a romper todas las cadenas».

